La emergencia sanitaria debida al COVID-19 ha originado un punto de inflexión en la vida cotidiana de los seres humanos, en todo el planeta. Los cambios han sido de tales dimensiones que, incluso, es posible hablar de un panorama social, económico y ambiental post COVID-19 muy distinto al que se desarrollaba antes de la pandemia. Se ha dado en llamar “nueva normalidad”. La economía ha sufrido un golpe demoledor, y su recuperación será lenta y deberá sustentarse en ciertos factores estratégicos, como el desarrollo de las energías renovables, que tendrá un papel fundamental.
El impacto del COVID-19 en el mix energético mundial
El sector energético, como es lógico, no ha escapado a la crisis derivada de la pandemia, como resultado de la significativa reducción de la actividad económica, la mayor de los últimos 70 años, y el cambio en la interacción social. En el informe Global Energy Review 2020, la IEA o Agencia Internacional de la Energía revela las cifras de la contracción del mercado energético debida, principalmente, a las medidas de confinamiento adoptadas por los gobiernos de los diferentes países. Señala que la reducción de la demanda de energía a nivel global observada en el año 2020 tendría un impacto desfavorable que multiplicaría por 7 el que produjo la crisis financiera de 2008.
Comparando el año 2020 con el 2019 se observa que la caída más significativa de la demanda se observa en las fuentes de energía tradicionales, como el petróleo (8 %) y el carbón (casi un 5%), seguidos por el gas (2 %). Por el contrario, las energías obtenidas a partir de fuentes renovables registraron una clara tendencia al alza, gracias al aumento de la capacidad instalada, a sus bajos costos operativos, al despacho prioritario en la red y al acceso preferencial a muchos sistemas de energía, entre otros factores.
En su informe anual Energy Transition Outlook, la entidad noruega DNV GL, líder en certificación a nivel global, estima que en 2020 la economía mostrará una contracción aproximada del 6 %, demasiado elevada considerando que en los años precedentes mostraba un crecimiento normal del 3 %. Debido a esta caída, la demanda de energía se reduciría en un 8 % con respecto a años anteriores. También augura que la economía se recuperaría levemente en 2021, pero el nivel económico se mantendría en niveles mucho más bajos que si no hubiera existido la situación planteada por el COVID-19. Y sus consecuencias se percibirán hasta mediados de siglo en cuanto a la demanda de la energía, cuyo descenso fluctuará entre un 6 % y un 8 %. En España, particularmente, la demanda de energía se redujo en un 3 % en marzo de 2020 con respecto al mismo mes del año anterior, según los datos vertidos por Red Eléctrica de España.
Además de los cambios causados por la desaceleración de la economía, la institución noruega pronostica que vendrán otros cambios de comportamientos, por ejemplo la disminución del número de viajes en avión, la reducción de los desplazamientos en general y una gran limitación en el trabajo de oficina, que irá en favor del teletrabajo. Y considera probable que, algunas de estas transformaciones, se consoliden y se mantengan una vez superada la crisis de COVID-19.
Si existe una consecuencia positiva del confinamiento, es posible que esta sea la reducción de las emisiones de CO2, debido al menor uso de energía. Es probable que el máximo de emisiones se haya dado en el año 2019, para bajar a partir del 2020, y lo mismo ocurre con el uso de los combustibles fósiles. Sin embargo, concluye el estudio de la DGV GL, la diferencia es poco significativa y el efecto COVID-19 con respecto a la reducción de las emisiones será limitado a largo plazo. Por eso, es esencial continuar con las medidas en favor de la sostenibilidad.
Pronóstico sobre la transición energética en la era post COVID-19
En su informe, DGV GL proporciona su mejor estimación hasta 2050 para todo el sistema energético global. En cuanto al ritmo de la transición energética, encuentra que no ha mostrado una gran variación en relación a la crisis del COVID-19, pero una buena dirección de los futuros paquetes de estímulo podría acelerar el proceso.
La entidad afirma, asimismo, que la eficiencia energética juega un papel decisivo en su previsión y en la transición energética. La intensidad energética mundial, indicador que representa las unidades de energía por unidad de PIB, ha disminuido, en promedio, un 1,1 % anual durante los últimos 20 años. En DGV GL calculan que esta caída se duplicará hasta llegar a una disminución anual promedio del 2,3 %, por las siguientes causas:
- Aceleración de la electrificación del sistema energético, que crecerá del 19 % observado en 2018 al 41 % estimado para el año 2050.
- Un sistema energético mundial más electrificado es más eficiente, y las pérdidas de energía en forma de calor se reducen.
- El aumento de la participación renovable en la electricidad, en desmedro de los combustibles fósiles, unido al ahorro que se puede lograr con sistemas de aislamiento, el reemplazo de las bombillas tradicionales por las de bajo consumo y las mejoras en el consumo en general, supondrá un inmenso beneficio para la intensidad energética.
Energías verdes: un pilar esencial en la recuperación económica post pandemia
Mark Radka, experto en energía y clima del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente PNUMA, ha declarado que “los paquetes de estímulo fiscal posteriores a la (crisis derivada del) COVID-19 brindan la oportunidad de iniciar una recuperación ecológica y transformadora, con la creación de empleos verdes”.
Asimismo, el informe Energías Renovables y Empleo de 2019 de IRENA, la Agencia Internacional de las Energías Renovables, afirma que la adopción de estas energías podría impulsar un aumento de US$ 98 billones en las ganancias acumuladas del Producto Bruto Interno mundial de aquí al año 2050. En este proceso se podrían multiplicar por cuatro los puestos de trabajo en el sector, hasta llegar a los 42 millones, y se ampliaría el número de empleos en el campo de la eficiencia energética hasta los 21 millones.
Desde IRENA consideran que la creación de empleo es primordial en la planificación del crecimiento económico sustentable, y una tendencia generalizada al uso de las energías renovables generaría oportunidades de trabajo en toda la cadena de suministro. Impulsar una transformación energética basada en las energías renovables brinda el doble beneficio de favorecer el cumplimiento de los objetivos climáticos internacionales por un lado, y de impulsar el crecimiento económico por el otro.
En el caso particular de España, desde la Asociación de Empresas de Energías Renovables APPA señalan que no se ha notado un parón de sus actividades ocasionado por la pandemia. De hecho, durante los meses de marzo y abril de 2020 un 50 % de la producción española de energía se obtuvo a partir de energías renovables. Por eso, en varios países europeos. entre los que se incluye España, se apuesta por iniciar una recuperación económica post COVID-19 asociada a la transición energética, con miras a lograr un planeta más sostenible.
España, Francia y Alemania, entre otros países europeos, reclaman que la recuperación económica se estructure en torno a la reversión del cambio climático. Solicitan, por ejemplo, que no se abandone el Pacto Verde firmado a finales de 2019 y que se continúe con el objetivo de llegar a las cero emisiones de CO2 en el año 2050. En este sentido, el gobierno español planea la aprobación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, con el propósito de conseguir que en 2050 el 100 % de la electricidad producida en el país se obtenga de fuentes renovables y limpias. José María González Moya, director de APPA Renovables, estima que el impacto positivo de las energías renovables en España será aún mayor de lo previsto, y que se podrían llegar a generar hasta 300.000 nuevos empleos de alta calidad.
En realidad, cada usuario de energía de España puede hacer su parte para conseguir el objetivo de las cero emisiones y, paralelamente, acelerar el proceso de la recuperación económica. La clave está en consumir energías verdes en casa, en la oficina, en los ámbitos comercial e industrial y en el sector público. El cambio es posible simplemente pasándose a una compañía de luz proveedora de energías limpias y renovables que, además, facilite el ahorro de energía a sus clientes. La recuperación económica post COVID-19 y la transición económica, como se puede intuir, están en manos de todos.