Acciones para llevar un estilo de vida más sostenible
Favorecer la sostenibilidad implica satisfacer las necesidades inmediatas sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas. Se trata de garantizar el equilibrio entre crecimiento económico, preservación del medio ambiente y bienestar social. Así surge el concepto del desarrollo sostenible, es decir, progresar de manera equilibrada sin alterar los recursos que se necesitarán en el futuro.
Diversas situaciones que se vienen planteando desde hace un tiempo atrás nos conducen a adoptar conductas para favorecer la sostenibilidad, tanto a gran escala como en las pequeñas acciones cotidianas. Se trata de cambiar el enfoque con respecto a la producción, la utilización y la recuperación de los desechos, tanto de los productos como de los servicios que empleamos de forma cotidiana. A continuación, se detallarán varios ejemplos de innovaciones en el tema de la obtención de energía, rutinas que podemos seguir y ejemplos de políticas que nos permitirán mirar al futuro con más optimismo.
Fuentes de energía alternativas y sorprendentes
Las primeras reacciones ante el peligro de agotamiento de las fuentes de energía tradicionales tuvieron lugar en la década de 1970. En ese momento se inició seriamente la búsqueda del mayor aprovechamiento de las fuentes de energía renovables como, por ejemplo, la solar, la hídrica y la eólica, que se han utilizado desde la antigüedad. Actualmente hay una fuerte tendencia a priorizar el uso de energías que, además de ser renovables, sean limpias, es decir, que permitan minimizar la huella de carbono y los residuos tóxicos en su producción y utilización. Por eso, muchas compañías de energía eléctrica apuestan por vender principalmente este tipo de energía, altamente demandada por los consumidores hoy en día.
Además de apostar por el consumo de energías limpias de obtención y uso ya habituales, es oportuno conocer las nuevas formas que se van descubriendo para lograr el máximo aprovechamiento de diversos recursos para conseguir energía. Uno de los recursos en los que se ha volcado la mirada de algunos investigadores es un residuo de origen vegetal que puede considerarse el oro negro contemporáneo. Se trata del café y los posos que se generan al prepararlo para beber.
En el año 2017, una start-up británica comenzó la producción de biocombustible a partir de los residuos del café que, normalmente, se descartaban en vertederos. Se trata de recoger estos pozos en las cafeterías y las empresas donde se generan, para luego extraer el aceite presente en dichos desechos y mezclarlo con otros combustibles, de manera de producir biocombustible B20. Se ha utilizado en los autobuses de Londres, muchos de los cuales funcionan ya con hidrógeno, cuyos escapes solamente expulsan agua. Dicha compañía también produce leños de café para sustituir a los troncos de madera en la alimentación de chimeneas y estufas.
Para comprender mejor la naturaleza de los biocombustibles cabe aclarar que los denominados B10 o B20 son mezclas del 10 % o del 20 % de biodiésel con un 90 % o un 80 %, respectivamente, de petrodiésel. Este tipo de combustible puede utilizarse para alimentar vehículos diésel sin necesidad de que sus motores sean modificados. También existe el B100, el biodiésel compuesto en un 100 % de fuentes biológicas, aunque para utilizarlo es necesario adaptar el motor de los automóviles a gasoil contemporáneos. De todas formas, al utilizar biodiésel B20 se reducen en un 15 % emisiones de dióxido de carbono en comparación con el diésel convencional.
También se producen biocombustibles a partir de otros residuos vegetales, como desechos de colza, cebada o trigo, entre otros. Asimismo, está aumentando el consumo del combustible obtenido del alcohol, es decir, el bioetanol. Se produce a partir de productos agrícolas como patatas, maíz, sorgo, trigo, caña de azúcar e inclusive biomasa. Recientemente, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han estudiado el potencial de los residuos de la industria vinícola, con el fin de aplicarlos a la producción de biocombustible. El aceite de pepitas de uva puede convertirse en biocombustible a través de la reacción con el bioetanol obtenido a partir de la producción de vino.
Además de los biocombustibles, existe otra fuente de energía limpia y renovable que producimos naturalmente durante nuestra vida cotidiana. Se trata del calor corporal. Un equipo de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha desarrollado un método para producir tejidos a partir de materiales termoeléctricos ligeros y flexibles, como la plata y el selenio, capaces de generar electricidad a partir del calor corporal. Estos semiconductores generan la tensión eléctrica debido a la diferencia de temperaturas interior y exterior. Se estima que una diferencia de temperatura de 0,5 ºC basta para generar la electricidad suficiente para alimentar un teléfono móvil.
Adoptar hábitos de consumo responsable
Los criterios de sostenibilidad engloban la actitud en nuestras conductas, que implica la búsqueda de nuevas alternativas en distintos ámbitos. Es muy interesante descubrir estas opciones innovadoras, algunas tan simples que no hay excusas para eludir su puesta en práctica. El objetivo es avanzar de forma progresiva hacia un modelo de consumo responsable, alejado de las prácticas del mercado tradicional. La idea es promover una forma de consumir respetuosa con el entorno y también beneficiosa económicamente. Estos son algunos hábitos que se pueden adoptar a nivel personal, familiar y social:
- Comprar alimentos provenientes de cultivos ecológicos y procesos de producción socialmente responsables.
- Utilizar, en la medida de lo posible, medios de transporte que no contaminen, como la bicicleta o los trenes o autobuses eléctricos.
- Fomentar valores medioambientales en los círculos más próximos.
- Reciclar y reutilizar los desechos del consumo habitual de forma responsable.
- Racionalizar la compra de alimentos, para evitar desperdiciarlos.
- Reducir el consumo de agua y de la energía que se utiliza en hogares, comercios y empresas. Una forma de lograrlo es, por ejemplo, cambiar los electrodomésticos por artefactos de categoría A+++, utilizar bombillas LED, instalar un contador inteligente y solicitar el asesoramiento de las compañías eléctricas comercializadoras para elegir las mejores tarifas, en función del ritmo de vida.
- Poner interés en la procedencia de los productos y servicios que se consumen, para poder elegir los que derivan de fuentes amigables con el medio ambiente y la sociedad.
Hay otras acciones, entre ellas consumir menos carne para reducir la producción de gas metano, cultivar huertos ecológicos en fincas o instalar pequeños huertos urbanos, para reducir la utilización de fertilizantes y otros productos químicos, y sustituir la madera por materiales similares, aunque ecológicos, en la construcción. La clave está en poner atención a las oportunidades de mejorar y optimizar el consumo.
Políticas a gran escala para favorecer la sostenibilidad
En cuanto a la adopción de estas políticas, la mayoría de nosotros no tenemos influencia suficiente como para cambiar los esquemas establecidos. Por ejemplo, se trata de estructurar las ciudades con mayor eficiencia, con acciones como aumentar el número de ciclovías, plantar más árboles en la vía pública, fomentar el uso del transporte público no contaminante, favorecer la instalación de paneles solares en residencias, empresas y edificios públicos, instalar contenedores de reciclaje de distintos productos en puntos accesibles, etc.
En el plano corporativo, es fundamental estimular y apoyar la creación de empresas con métodos de producción sustentables, o el cambio de los procesos que desarrollan las empresas ya establecidas. Asimismo, el avance también debe llegar a la responsabilidad social empresarial. Por poner un ejemplo, se pueden implantar políticas de bienestar en el entorno de trabajo y aplicar sistemas de incentivos que premien la reducción del consumo y el reciclaje, tanto en las oficinas como en las plantas de producción.
También es esencial implementar una responsable formación de los niños en los centros escolares con respecto al cuidado ambiental, aunque su educación debe comenzar con el ejemplo a nivel familiar, inculcando a los pequeños valores sostenibles desde sus primeros años. De esta forma, el cambio y la evolución se irán produciendo con naturalidad.