Cómo ahorrar durante el invierno con recursos accesibles
El invierno engloba todas las características para que el gasto de un hogar se dispare, sea por la mayor necesidad de iluminación como por las bajas temperaturas, que nos llevan a refugiarnos más tiempo en casa en busca de calor. Cualquiera sea la fuente de energía que se utilice con mayor frecuencia, el consumo aumenta. Sin embargo, hay algunas claves para lograr que el incremento del gasto no sea tan radical, y se pueden llevar a cabo con bastante facilidad. En ocasiones, el secreto está en la planificación.
Primer paso: revisión general de la casa
Esta acción es muy fácil y rápida si se trata de analizar un apartamento o un piso de un tamaño intermedio. La idea es verificar las condiciones de los cerramientos, desde el acceso al balcón o terraza, si lo hay, hasta las ventanas de las habitaciones y de todos los ambientes. También puede haber filtraciones de corrientes de aire en el baño, incluso si dispone de una abertura pequeña.
Cuando se busca una solución a largo plazo, es posible pensar en instalar un doble acristalamiento de las ventanas que dan al exterior, si la vivienda no lo tiene. En el caso de apostar por una solución económica y efectiva, colocar burletes en los marcos de los cerramientos, y silicona o masilla para reparar pequeñas grietas por las cuales se pueda colar el aire frío o escapar el calor, son buenas opciones. Es posible detectar estas fugas en un día con algo de viento y una vela encendida. El movimiento de la llama delatará la corriente allá por donde pase.
Una casa unifamiliar puede resultar algo más difícil de aislar, aunque el cuidado de verificar las fugas de calor deberá ser el mismo. En el caso de que la casa tenga porche, el acristalamiento puede ser una estupenda opción para oponer más resistencia al frío del invierno. Otra acción que da óptimos resultados es instalar aislamiento térmico debajo de los suelos de tarima, en las paredes que dan al exterior y en el techo de la vivienda. Y, si se decide realizar una inversión mayor, se puede instalar losa radiante, un sistema que conjuga a la perfección con los paneles o colectores para aprovechar la energía solar.
Además, habrá que verificar el estado del tejado, buscar si hubiera filtraciones de humedad y definir cuáles son los espacios de la casa donde menos se entra. Sí, decididamente, hay ambientes que no se usan más que eventualmente, se podría optar por tenerlos permanentemente cerrados, con los radiadores cerrados y con burlete debajo de las puertas, de modo de concentrar el calor en los espacios que sí se utilizan.
Verificar las condiciones y el uso de los electrodomésticos
Con respecto a los electrodomésticos, hay que tomar conciencia de que su cambio no tiene por qué obedecer a un comportamiento consumista, sino todo lo contrario. Las nuevas tecnologías ofrecen electrodomésticos A+++, la máxima categoría en eficiencia energética. Por eso, sustituir los viejos artilugios por estos aparatos de última generación supone una inversión muy rentable, tanto para la economía familiar como para la sostenibilidad.
Se puede tomar como ejemplo una lavadora A+++. Su consumo de energía es casi un 30 % inferior al de una A+, y también su gasto de agua es mucho más reducido. Para maximizar el ahorro, conviene optar por una lavadora con capacidad para hasta 8 kilos de ropa, ponerla a funcionar solo cuando la carga esté completa y decantarse por los lavados a 30 grados, que economizan energía frente a los lavados a mayor temperatura y cuidan más la lavadora que si solo se utiliza con agua fría.
Conviene tener en cuenta que los frigoríficos, los congeladores, las lavadoras y los lavavajillas acaparan casi el 60 % del gasto en energía de todos los electrodomésticos de la casa, y el uso de todos ellos representando un 44% de la factura de electricidad. Por eso, la mejor alternativa es ir cambiándolos por unidades de bajo consumo. De todas formas, todos los electrodomésticos consumen energía, inclusive cuando los apagamos, si no tenemos el cuidado de evitar ese “consumo fantasma”.
Los electrodomésticos que se dejan en reposo o standby continúan consumiendo energía. El gasto energético del conjunto de aparatos en standby que dejamos puede llegar a representar entre un 8 % y un 10 % del consumo total de energía. Entre los cuidados que debemos tener se incluye el desconectar todos aquellos electrodomésticos o aparatos electrónicos cuando se apaguen o no se estén utilizando, inclusive los cargadores de dispositivos portátiles, los ordenadores, la televisión, los equipos de audio, etc.
Para facilitar la tarea de desconectar aparatos se pueden enchufar varios de ellos en una misma regleta con interruptores. Bastará con bajar dichos interruptores para que se detenga el standby y el gasto derivado del mismo. También se puede bajar por las noches el interruptor de la energía que abastece el horno y la vitrocerámica, por ejemplo, ya que también redundará en un ahorro en la factura.
Racionalizar el uso de la calefacción
A la hora de bajar el consumo derivado de la calefacción, una receta tradicional es bajar la temperatura y usar más ropa y calcetines de abrigo, además de la cálida y tradicional manta para el sofá. Si, de este modo, se logra postergar una hora el encendido de la calefacción, y bajar al menos un grado de temperatura, el resultado se notará cuando llegue la factura. Asimismo, hay que cuidar la ventilación. Es importante ventilar diariamente, pero en invierno, con diez minutos es suficiente.
Cabe añadir que la mejor alternativa es mantener una temperatura estable durante todo el día en la casa, y evitar subir y bajar el termostato, porque estos cambios derivan en un aumento de gasto. La temperatura ideal a conservar es de 21 grados. Además, es una muy buena decisión apagar la calefacción por la noche. Si los ambientes están bien aislados del frío exterior, el calor se conservará bastante bien. Incluso es acertado instalar un termostato y un temporizador, de manera de conservar la temperatura en un mismo nivel cómodamente y, además, que se encienda y se apague en los horarios prefijados.
Iluminar sin dilapidar
La iluminación natural es un bien escaso durante el invierno, dado que las horas de luz se reducen de manera radical. Por eso, conviene despejar las ventanas, cambiando o quitando las cortinas oscuras u opacas, y apartando cualquier elemento que impida que la luz natural entre con libertad. Con esta acción, durante los días de sol se podrá ahorrar inclusive en calefacción.
Con respecto a la iluminación artificial, imprescindible durante las primeras horas de la mañana y desde la tarde en adelante, la mejor opción es utilizar lámparas LED. Actualmente ofrecen una muy buena iluminación y, en ocasiones, permiten prescindir de alguna bombilla en los ambientes donde se tenga instalada más de una. Las bombillas LED permiten ahorrar entre un 70 % y un 80 % con respecto a las bombillas incandescentes, y un 30 % frente a las fluorescentes. Además, soportan mejor los golpes, tienen una vida útil más prolongada, no emiten rayos UV y se encienden instantáneamente, entre otras ventajas.
Analizar la factura de la luz
En una factura de energía eléctrica es posible descubrir múltiples detalles que conduzcan a conseguir un significativo ahorro mensual y anual. Es muy importante que la potencia contratada sea la que se necesita. Tener contratada una potencia superior implicará pagar una factura más elevada. También es esencial saber si corresponde beneficiarse del bono social, o si sería mejor cambiar la tarifa del contrato por otra con discriminación horaria. O, por el contrario, conservar la tarifa y consultar diariamente el precio de la luz por horas. De este modo se podrá concentrar el uso de los electrodomésticos en los horarios en los cuales la energía eléctrica resulte más económica.
Con un contador inteligente, los cambios se pueden realizar fácilmente frente a la compañía comercializadora. Inclusive se podría considerar un cambio de comercializadora, ya que tal vez se podría obtener un ahorro en la factura gracias a las indicaciones de la nueva compañía, o sería posible utilizar un tipo de energía limpia, para velar también por el cuidado del medio ambiente. Todos estos datos se pueden conocer al tomarse el tiempo para comprender una factura de la luz.
Como se puede observar, hay numerosas acciones que se pueden aplicar sin desembolsar una gran inversión. Además, también hay varios hábitos que, al modificarlos, se podrá conseguir un ahorro sustancial en las facturas de energía. Disfrutar de un invierno menos costoso, ¡es posible!